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Portada » Cine » El diario de Bridget Jones

12 de Junio de 2001

El diario de Bridget Jones

De un tiempo a esta parte, mantengo la teoría de que las comedias románticas de éxito se dividen en dos subgéneros: las de Meg Ryan y las de Julia Roberts. Esta película, entre otras cosas, marca una nueva posibilidad en el género: las comedias de Renée Zellweger. Esta actriz, conocida por "Jerry Maguire", tiene el rostro agradable y la sonrisa encantadora imprescindibles para triunfar, y el pequeño detalle de ser más joven - ya es necesario un relevo - y mejor actriz que cualquiera de las otras dos. En el título que nos ocupa incluso utiliza el viejo sistema patentado por Robert de Niro de engordar unos diez kilos para poder representar mejor su personaje.

La película, basada en la novela homónima, nos narra los problemas amorosos de Bridget Jones, treintañera que no logra encontrar ningún hombre que cumpla sus requisitos: no ser pervertido, alcohólico, adicto al trabajo, misógino, megalomaníaco, casado o con novia, chauvinista ni fóbico del compromiso. Por supuesto, procura ligarse a su jefe Daniel (un sorprendentemente convincente Hugh Grant) que parece poseer todos esos defectos. Su madre, mientras tanto, procura emparejarla con el frío y distante Mark Darcy (encarnado por Colin Firth, actor no muy conocido por aquí, pero capaz de enseñar emociones sin casi mover una ceja) al que ella odia.

Hay que reconocer los esfuerzos de la actriz por engordar, hablar con acento británico siendo de Texas o incluso gestualizar de una manera muy inglesa. La película está contada desde su punto de vista, ya que es ella quien escribe el diario; es la protagonista absoluta. Y convence absolutamente, desde los títulos de crédito en los que canta a Celine Dion desde la soledad de su vida. El triángulo planteado es bastante convencional, siendo lo mejor del guión las situaciones absurdas, muy de humor inglés, y un realismo desacostumbrado en la comedia romántica americana. Aquí los personajes beben como cosacos, fuman como carreteros, son torpes e incapaces de mantener una conversación inteligente con Salman Rushdie, que hace un cameo.

En definitiva, es una comedia más que correcta sin ser espectacular. Muy en la línea de anteriores éxitos británicos en el género, como "Notting Hill" y "Cuatro bodas y un funeral". Sin embargo, tampoco llega a las excelencias de mis favoritos de los últimos años. No me reí como en "Cuando Harry encontró a Sally" ni me emocioné como en "Pretty Woman", pero bueno, algo hubo de ambas cosas. Lo suficiente como para justificar la entrada.

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