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11 de Enero de 2002

El hijo de la novia

Tras el éxito, debido principalmente al boca a boca, de la sorprendente "Nueve reinas", el cine argentino vuelve a poner un título de calidad en nuestras carteleras. Esta película trata del clásico hombre de negocios (en este caso bien modestos) que prefiere primar lo urgente a lo importante, y va dejando de lado a sus padres, su hija y su novia. Pero sufre un infarto que le hace replantearse todo. El ayudar a su padre a casarse por la Iglesia, un viejo sueño de su madre enferma de Alzheimer, le permitirá reencontrarse con todo lo que cuenta.

La trama de Rafael, el hijo, al que presta su cara el impagable Ricardo Darín - también protagonista de "Nueve reinas" -, resulta una comedia romántica de enredo un pelín dramática, más o menos normal, asumidamente moralizante y aceptablemente buena. Pero su interés palidece ante la enorme belleza de la trama secundaria, de la romántica y hermosa historia de amor entre sus padres (Héctor Alterio y Norma Aleandro) que termina comiéndose la historia principal y produce las mejores frases del libreto, como cuando el hijo les contempla, felices tras cuarenta y cuatro años y pese a la enfermedad, y dice:

"Es como ver bailar a Fred Astaire; parece tan fácil".

La película comienza lenta, recalcando en demasía ese carácter del protagonista, evidente tras cinco minutos de protección, pero después del infarto se acelera lo suficiente como que se olvide ese defecto. Del mismo modo, los demás personajes van cobrando importancia a lo largo de la película, al igual que en la vida de Rafael. La realización, la fotografía, la música... es perfectamente correcta.

Sin embargo, para una película que se anuncia como comedia, no resulta demasiado divertida. Tiene humor, pero busca más las emociones. Eso sí, en medio de los títulos de crédito está el último chiste. No se levanten antes de tiempo.

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