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1 de Mayo de 1997
El reciente empeño de la progresía nacional en legislar la situación de las llamadas parejas de hecho no deja de sorprenderme. Porque el que unos señores deseen vivir con todos los derechos del matrimonio pero sin ninguna de sus cargas (léase fidelidad, castigo por abandono, etc.) no me parece extraño. Lo que me parece raro es que haya políticos irresponsables que los apoyen. Porque la cosa es fácil. Si lo que quieren es que se reconozca su relación, que se casen. Para eso está el matrimonio, al menos el civil. Pero lo que la ley debatida en el parlamento busca no es ningún progreso. Eso tiene un nombre o, dada la riqueza del español, unos cuantos. Morro, cara, jeta, rostro,. ............ (rellene el espacio en blanco con el sinónimo de su mayor agrado).
Me diréis que dónde deja todo esto a las parejas homosexuales. Tenéis razón. Hay que legislar un nuevo contrato de matrimonio que les permita casarse. Pero no es esa la propuesta que IU y PSOE apoyan en el parlamento. Para ellos, progresar consiste en eliminar deberes, dejando sólo los derechos. Muy cómodo, ¿no? Lástima que esto desemboque en la dictadura de uno sólo de ellos: aquel que dicta el más fuerte.
Para nuestros queridos izquierdosos, el jurado es una institución progresista. De todo lo bueno que podríamos haber importado de Yanquilandia, sólo se nos ocurre traernos esto. En un país donde la ley va por detrás de los territorios conquistados por los pioneros, quizá tenía sentido. Pero en un país con siglos de historia a sus espaldas, el jurado no es sino una marcha atrás en la división del trabajo. Quizá en el futuro voten una ley para conseguir que todos nos fabriquemos nuestros propios zapatos. Al paso que van todo es posible.
Podría seguir, pero dejo el estudio de otros casos ( el nombramiento de vocales del CGPJ, el "código civil de la democracia", la defensa de la okupación el amor incondicional al tirano bananero, etc.) como ejercicio al lector. La conclusión a la que quería llegar es la siguiente. Parece que la palabra progreso es utilizada en España como excusa para realizar las mayores estupideces que se les ocurren a algunos. Así, cuando a algún despistado se le ocurre oponerse, se le tilda de conservador y contrario al progreso y así pueden continuar con la tontería que les ocupaba sin mayores problemas.
Por eso he decidido declararme progresista. Y, por eso, contrario a la izquierda de este país.