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2 de Junio de 2001

La voz de su amo

Cada vez entiendo menos al productor Andrés Vicente Gómez. No hay duda de que es el único que está procurando crear una industria del cine "de verdad" en España. Y, sin embargo, comete la torpeza de producir esta película cara, de factura impecable, y no darle promoción ni aprovechar la campaña en el País Vasco para estrenarla, lo que le hubiera proporcionado una publicidad gratuita impagable.

La historia nos muestra los problemas de Charly, escolta del empresario Oliveira, ante la dudosa moralidad de su protegido, al que debe mucho. Cuando es amenazado por ETA, Oliveira envía a su hija adolescente a vivir en casa de su guardaespaldas con intención de protegerla. Ambos acabarán enamorándose, y su relación se profundizará cuando ETA empiece a actuar.

El duro ambiente del País Vasco en 1980, los personajes que no son buenos ni malos sino todo lo contrario, los amores difíciles... todo apunta a cine negro si exceptuamos la fotografía. Sin embargo, la trama resulta a la vez previsible y complicada, siendo la evolución del personaje principal brusca y difícil de creer, pese a los esfuerzos de Eduard Hernández. En cambio, el proceso de maduración del personaje encarnado por Silvia Abascal está perfectamente escrito, dirigido e interpretado; y Joaquim de Almeida compone de maravilla a su villano, como siempre. La película demuestra que los 400 millones que ha costado se han gastado bien. Y como curiosidad, añadir que en parte está rodada en Majadahonda.

A pesar de no pretender ser político, la película muestra algunas cosas que duelen al espectador sensibilizado con el tema, al igual que sucedía, de forma tangencial, en "Plenilunio". Esos personajes que nunca ven nada, por no querer ver; la idea de que cualquier persona puede resultar ser un terrorista, la costumbre en el terror. En esto se muestra como la película que mas nítidamente ha mostrado algunos de los peores horrores del terrorismo, al contrario que las reprobables "Días contados" y "El viaje de Arián", más preocupadas en humanizar etarras que en mostrar la depravación de sus actos. Pero que nadie se llame a engaño, la intención de Emilio Martínez Lázaro ha sido elaborar un thriller, no el hacer "cinema verité".

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